En esta Semana Mayor, recordamos el sacrificio supremo de Jesús en la cruz. Su entrega no fue solo un acto de amor, sino un símbolo de redención y esperanza para la humanidad. En medio del dolor y la oscuridad, su luz brilla más intensamente, recordándonos que incluso en los momentos más oscuros, hay espacio para la fe y la renovación.
Al reflexionar sobre la Pasión de Cristo, encontramos un mensaje de perdón y reconciliación. A través de su sacrificio, Jesús nos muestra el camino hacia la paz interior y la conexión con El Padre. Su muerte no fue el final, sino el comienzo de una nueva vida, marcada por la promesa de la resurrección.
Tomemos un momento para reflexionar en el poder transformador del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Que su sacrificio nos inspire a vivir con compasión, humildad y gratitud, recordando siempre el inmenso precio pagado por nuestra redención. Que en cada paso del camino, encontremos la fuerza para seguir adelante, confiando en la gracia que nos sostiene y nos renueva.
"Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros". Romanos 5:8